Cristina Fernández-Armesto es socia y nieta de los fundadores de Casa Grande de Xanceda. Cambió la ciudad por el mundo rural, en Mesía, para mantener vivo el sueño de sus abuelos. Y ha conseguido darle una vuelta a esta granja, para convertirla en una explotación ecológica de puertas abiertas para todos los que quieran visitarla.
Cristina es una firme defensora de que “desde el rural se puede todo”. Y así nos lo ha contado en esta entrevista, en la que hablamos de Casa Grande de Xanceda y sus vacas, pero también del papel de la mujer en el mundo rural o de la falta de servicios en el campo.
¿Por qué decidiste volver al campo, volver a la granja familiar?Casa Grande de Xanceda es el sueño de jubilación de mis abuelos, Felipe y Victoria Armesto. Ellos trajeron, en 1968, las primeras 20 vacas de Canadá, ¡y todas las vacas que tenemos ahora son tataratataranietas de esas primeras! Cuando los nietos llegamos a la granja nos dimos cuenta de que nuestros abuelos tenían una pasión muy poco rentable. Pero pudo más el vínculo afectivo, la morriña, y después de mucha investigación, decidimos darle una vuelta a la granja para salvarla de un cierra inminente.
Lo primero fue convertir la finca en ecológica, el segundo paso fue transformar la leche de nuestras vacas en productos ecológicos. ¡Y así es como nos convertimos en maestros yogurteros! Yo trabajaba en una multinacional de la moda, pero por esa vinculación emocional y sentimental con Galicia y con el proyecto de mis abuelos decidí volver.
¿Qué es lo más difícil del mundo rural?La falta de servicios. El rural presta unos servicios súper importantes a la sociedad. Para empezar, el de la alimentación. Pero vivimos una fuerte despoblación porque no hay servicios, sobre todo de conciliación. Las familias apostarían más por el rural con servicios que permitan una vida digna. ¡A Casa Grande de Xanceda llegó la fibra el año pasado! El rural gallego lo tiene todo, pero faltan modelos más cooperativistas como centros de transformación compartidos. También es tarea de la administración fomentar este tipo de proyectos.
¿Por qué es tan importante el papel de la mujer en el mundo rural?La sociedad tiene una deuda impagable con las mujeres rurales. Son ellas las que mantuvieron este mundo, su cultura y sus tradiciones. Trabajan en casa y fuera de casa, son las proveedoras de cuidados y hay esa sensación constante de que tienen que llegar y estar en todo. ¡Y todo esto con unos servicios mínimos! Pocas guarderías, pocos centros de día o pocas actividades extraescolares.
El rural siempre ha estado asociado a la mujer, porque tenía que realizar los trabajos del campo y, además, los de casa. ¿Crees que ahora se está visibilizando algo más toda esta labor que ha tenido la mujer históricamente en el rural?Muchas veces se visibiliza, pero comparando a las mujeres rurales con superheroínas y eso es negativo. Las mujeres rurales no quieren ser superheroínas, quieren ser personas con posibilidad de desarrollar su carrera profesional en igualdad con los hombres y sin verse lastradas por la falta de servicios y por esa necesidad de tener que estar para todo y para todos.
¿Cuántas mujeres trabajan en Casa Grande de Xanceda?Las mujeres rurales en Casa Grande de Xanceda somos mayoría ¡y eso sin contar con las vacas! Somos más del 60% de la plantilla. Muchas de ellas están en puestos de responsabilidad y tenemos departamentos que son enteramente de mujeres como el de marketing y el de Ecovisitas.
Sois uno de los grandes productores de leche, pero el camino no ha sido fácil. ¿Qué ha sido lo más duro en esta aventura?El año 2008 fue el año de la crisis económica, pero, para nosotros, fue una doble crisis porque sufrimos muchos ataques de lobo, con la pérdida de vacas, pero también un bajón en la producción por el estrés en los animales y muchos abortos. Entonces fue cuando decidimos probar nuestro sistema de burrovigilancia. Trajimos a dos burros y seis mastines que hacen el tándem perfecto para defender a las vacas de los lobos. ¡Y salimos en un montón de medios de comunicación! Así que podemos decir que los burros nos salvaron de los lobos y de la crisis.
Ahora, evidentemente, también estamos pasando un momento muy difícil. Las subidas de costes son generalizadas, y los precios energéticos una locura y cada vez hay que agudizar más el ingenio para encontrar eficiencias.
¿Qué os hace diferentes?Nuestro proyecto 360º. Todas las vacas que tenemos nacieron y crecieron aquí, nunca compramos vacas. Las alimentamos, recolectamos casi toda su alimentación que plantamos en nuestros prados, las ordeñamos y transformamos y comercializamos su leche. Y lo hacemos con un grupo de trabajadores y trabajadoras del rural. Y todo basado en nuestras 200 hectáreas.
Además, somos una biogranja, hacemos muchas acciones para que la naturaleza pueda mejorar su rumbo. Tenemos más de 30 especies vegetales diferentes en nuestros prados, humedales, varios ríos, lagunas, bosques… Trabajamos con el grupo naturalista Hábitat que, en su último recuento, identificó más de 140 especies diferentes. Esto confirma que la ganadería y la agricultura ecológica y la naturaleza pueden coexistir y mejorarse la una a la otra.
¿Qué potencial tiene el rural gallego?Todo el del mundo. Este año nuestro ecolaberinto llevaba el mensaje “Galicia Profunda”. Lejos de querer generar polémica, lo que quisimos fue positivizar esa frase, enseñar que desde el rural se puede todo. En el caso de las granjas, es importante que las nuevas generaciones tengan formación y motivación. En Europa podemos ver muchos modelos de granjas que tienen su parte turística, con venta directa de productos, visitas guiadas, una pequeña cafetería… Hay que buscar ese valor añadido, es clave para desarrollar ese potencial.
¿Cómo surgió la idea de hacer visitas?Siempre tuvimos claro que teníamos que ser una granja de puertas abiertas, transparente. Es nuestra contribución para que niños y adultos conecten con el mundo rural y sepan qué hay detrás de lo que están comiendo. También es la manera de mostrar que todo nuestro storytelling tiene el ingrediente más importante: la realidad. Nuestras redes sociales son un diario de la granja y luego, cuando las personas vienen, pueden comprobar ese diario in situ.
¿Cuáles son los siguientes retos?El contexto global nos enfrenta, directamente, al reto energético. Dos de nuestras cubiertas ya tienen placas solares y seguiremos invirtiendo en ellas para conseguir ser lo más independientes posibles desde el punto de vista energético. Es un paso más dentro de nuestro proyecto de 360º.
Por supuesto, seguiremos invirtiendo en acciones para trabajar con la naturaleza y desarrollando herramientas que hagan todavía más robusto nuestro ecosistema.
Muchas gracias, Cristina Fernández-Armesto, por esta interesante charla y por todo el trabajo que hacéis para mantener vivo el rural gallego.