La lucha es diaria, y cada minuto trabajamos por que las cosas cambien. La situación de desigualdad que todavía hay entre hombres y mujeres en el ámbito laboral y doméstico existe todos los días, y está en todas partes.
Por eso hoy no es un tema más importante de lo que lo es el resto del año. Pero al igual que hacemos la víspera de año nuevo, el 8 de marzo reflexionamos. Reflexionamos sobre el camino recorrido, los logros alcanzados, y lo que nos queda por delante. Es un día de hacer balance y hacer foco en el tema para que, aquellos que no están en la lucha todo el año, recuerden que es un problema que sigue aquí.
Son muchas las cifras que reflejan la situación: una chica, tres años después de terminar la misma formación que un chico cobra 228 euros menos; el 91,65% de las excedencias concedidas en 2016 las pidieron mujeres; el 97,8% de bajas para el cuidado de los hijos, también; y 7 de cada 10 pensiones inferiores a los 700 euros las perciben mujeres, siendo ya sólo un 49% las que perciben algo.
Todos estos datos son espejo de la realidad que viven las mujeres en Galicia, y en el mundo. Y es un problema que no atiende a edad, una situación que parece no variar entre generaciones y que contabilizamos con datos económicos, pero que tiene cara más honda, no calculable
No somos nosotros quienes deben contar esta historia, por eso pedimos a nuestras compañeras: Carolina Pena-Anllo, abogada en el departamento jurídico, y Silvia Serrano, ingeniera de telecomunicaciones en el departamento de Ingeniería de ISP/DC.
Ya basta de negra sombra
A toda esa ola de negatividad vienen Carolina y Silvia a arrojar un poquito de optimismo. Afirma Carolina, y de forma tajante, que "a día de hoy resulta casi impensable que una mujer para tener una cuenta bancaria precise la firma de un hombre. Pero cuando yo nací esto era así. Y quiero pensar que dentro de unos años, serán impensables muchas de las cosas por las que estamos luchando ahora". Concuerda con ella Silvia, matizando que los cambios llegan más lentos de lo que deberías, pero que "mirando dos generaciones atrás ya se aprecian los cambios", porque "nuestras abuelas se dedicaban exclusivamente a las tareas del hogar, y en la generación siguiente esto ya cambió, nuestras madres trabajaron fuera y dentro de casa, unas todo terreno". ¡Vaya si no!
Justo aquí, en el ámbito doméstico, es dónde para nuestra jurista preferida radica el problema: "por desgracia todavía se escucha el "¿Te echo una mano?". No precisamos ayuda. Necesitamos un reparto totalmente igualitario de las tareas domésticas, y educar a las generaciones actuales en ese comportamiento". Añadiendo que la raíz del problema es que "la carga mental todavía es nuestra". Pero es en esta temática donde Silvia tiene una perspectiva mucho más positiva. Cree, con igual firmeza, que "cada vez hay menos diferencias en cuanto a las tareas realizadas por hombres y mujeres, prácticamente colaboramos por igual". La realidad es que ambas están en lo cierto, hemos dado muchos pasos en este sentido, pero quizás nos queden unos pocos más por dar.
El mundo laboral
No creen que la brecha salarial hoy sea muy significativa dentro del hogar, pero sí ponen el acento sobre una serie de medidas necesarias para que se produzca un cambio. "Que los trabajadores no tuviesen que reducir las jornadas laborales para el cuidado de los hijos, porque en la empresa privada quién solicita mayoritariamente las reducciones de jornada, son las mujeres", esta es una de las propuestas de Carolina Pena, así como "obligar a que las reuniones sólo pudiesen tener lugar en un horario de mañana", y terminando por otras no menos interesantes: "apagar las luces una determinada hora para que no se puedan hacer interminables las jornadas laborales, no admitir currículos con nombre para una primera criba..." y así podríamos seguir enumerando.
En esta línea, apunta Silvia Serrano, las mujeres "deberían tener opción a ocupar cargos de mayor responsabilidad y poder tomar parte en las decisiones estratégicas de la empresa". Tema muy en auge, por cierto.
La mujer en puestos de responsabilidad
Ambas coinciden en que es poco habitual, y muy complicado, que una mujer llegue a un puesto de responsabilidad. Apunta Silvia, a colación de este debate que "a veces nos sabes cuál es el camino que tienes que seguir para llegar a ellos" y concuerda con ella Carolina, a pesar de que no le gusta generalizar, "nuestra valía tiene que ser absolutamente extraordinaria para eso, y pienso que en el caso de un hombre no se necesita esta cualidad extraordinaria".
Hablando de aquellas mujeres que si lo ocupan, la jurista Carolina, cree que el hecho de llegar a ellos fue "asumiendo los roles ya establecidos: presencialismo, horarios infinitos, incluso renuncia a una vida familiar".
Escoger un futuro profesional
Antes de llegar a estos lares, una tiene que decidir qué quiere ser de mayor, y ni la una ni la otra lo tenía muy claro.
Silvia se decidió por Ingeniería de Telecomunicaciones cuando su hermano le regaló un móvil y, a pesar del miedo y las reservas iniciales se lanzó a la piscina. Allí es donde se notan las diferencias, en la universidad. "Se está viendo en los últimos años que cada vez hay menos mujeres matriculadas en carreras técnicas. Hay que conseguir las niñas no crezcan ya con ese prejuicio", y la diferencia continúa al llegar al mundo laboral: "hablando de este tema con otras compañeras del sector, comentaron situaciones que habían vivido en las que se dudaba de nuestras capacidades como técnicas, pidiendo una segunda opinión a un hombre, o directamente interrumpiendo una explicación". Hace foco sobre la importancia de cambiar esto en las generaciones que vengan ya que "por desgracia todavía hay hombres que piensan que las mujeres son incapaces de entender la tecnología", y recalca que ella no tuvo que vivir nada esto, pero que las diferencias son una realidad.
Carolina bromea con que de pequeña quería ser veterinaria, pero que se decantó por el derecho al darse cuenta de "mi condición innata de defensora de las causas pobres". Comentando la situación de las mujeres en el derecho, arroja un poquito de luz diciéndonos que "el crecimiento de mi profesión es favorable a las mujeres", y cuenta que "hace poco tuve un juicio en el que todas éramos mujeres, en más de quince años ejerciendo, fue la primera vez que me pasó".
Nos explica que "cuando empecé a ejercer sentía que estaba en un mundo de hombres. Sin embargo, las tornas están cambiando y en la administración de justicia, en los últimos años consiguen más plazas las mujeres que los hombres. En 2016 el 71% de las plazas fueron obtenidas por mujeres. Y esto tendría que darnos que pensar porque ante pruebas imparciales, sin tener en cuenta el sexo, salimos favorecidas", suscitando un nuevo debate.
Mirar hacia adelante
El próximo año volveremos a echar la vista atrás y, esperemos, sonreiremos por las batallas ganadas.
¿Qué nos queda por hacer este año? Silvia llama a las futuras generaciones a que "luchen por alcanzar todo lo que se propongan, que confíen en ellas mismas por encima de todo y que no dejen que nadie les diga lo que son capaces o no de hacer". Y, Carolina apunta que su consejo es para todos, "que crezcamos en igualdad, y erradicando los estereotipos rancios del pasado que tanta diferencia hacen entre hombres y mujeres" y recuerda que nuestra tarea pendiente más inmediata es "además de conseguir más mujeres puestos directivos, es empezar desde dentro a cambiar estos estereotipos, e imitar a otros países dónde la vida laboral está adaptada a una verdadera conciliación entre trabajo y vida personal (que no necesariamente familiar)". Y allá vamos :)