El 8 de marzo se celebra el Día de la Mujer Trabajadora. Creemos que no les damos las gracias lo suficiente por todo lo que hacen y aún queda mucho camino por recorrer para que se les reconozcan todos sus derechos. Así que desde aquí, queremos hacer nuestro particular homenaje a todas nuestras mujeres gallegas, que tanto hacen y que tan duro trabajan día a día

Para poder acercarnos mejor a esta realidad, hablamos con la directora de la Oficina de Igualdad de la Universidad de A Coruña y presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas en Galicia (AMIT-Gal), Ana Jesús López Díaz. Empezamos hablando con ella del esfuerzo que realizaron las mujeres gallegas durante el éxodo de la emigración en Galicia. López Díaz afirma que en esos contextos el papel de las mujeres era fundamental para el mantenimiento de la familia, de la casa y de la sociedad en general. “Con grande esfuerzo y un elevado coste personal, eran las “viudas de vivos” de las que hablaba Rosalía”, explica.

Pero López Díaz, quien además es doctora en Física y profesora de la Escuela Politécnica Superior de la UDC, también recuerda que fueron muchas las mujeres gallegas que emigraron y contribuyeron a mejorar económicamente el país haciendo un trabajo “productivo” en América o Europa. Muchas de estas mujeres dejaron sus hijos al cuidado de los abuelos o de otros parientes, “con el desgarro personal que eso supone… igual que está ocurriendo hoy en día con muchas mujeres inmigrantes que llegan a nuestro país”. En ese sentido, concluye que “hay que reconocer a las mujeres de la emigración (a las que salieron y a las que quedaron) el duplo papel que jugaron en el avance de nuestro país”.

La situación de la mujer no fue nada fácil. De hecho, a la hora de hablar de la evolución del papel de la mujer en Galicia a lo largo de los años, la profesora e investigadora nos confirma que las mujeres gallegas, igual que las del resto del país, salieron del ámbito familiar, de la casa y del campo para trabajar fuera de la casa lo que supuso una dupla jornada laboral porque no dejaron de hacer los otros trabajos.

Tuvieron, pues, que asumir un trabajo no remunerado, “fundamental para que la sociedad funcione”, pero donde el esfuerzo de la mujer “no se tiene en cuenta ni se nos valora. Los hombres no asumieron esa corresponsabilidad con las mujeres, no asumieron la corresponsabilidad del trabajo de los cuidados”. Tanto es así que Ana Jesús López afirma que “aún queda mucho por lo que luchar, y pienso que la corresponsabilidad es, o debería ser, en estos momentos, uno de los objetivos en nuestra lucha por la igualdad”.

Para ella, conseguir la igualdad efectiva entre hombres y mujeres significa un reparto igualitario de los trabajos de cuidados de la casa, de la familia entre ambos sexos. Así se acabaría, entre otras cosas, la discriminación salarial que padecen las mujeres y no sería necesario formularse la decisión entre el progreso profesional y la familia como ahora le ocurre a muchas de las mujeres.

López Díaz, nos explica que no se entiende una sociedad en la que se excluya a la mitad de las personas de cualquier actividad. Los datos corroboran esta afirmación, ya que la mayoría de los estudiantes en las universidades son mujeres y también son mujeres las que consiguen mejores calificaciones. Pero a pesar de estos datos hay ámbitos en los que las mujeres están infrarrepresentadas, como puede ser el mundo de las ingenierías o de la innovación tecnológica. “Esto ocurre porque aún prevalecen muchos estereotipos acerca de los trabajos o estudios que son propios de mujeres y propios de hombres. Hay que luchar contra esto desde la escuela, desde la familia, desde los medios de comunicación”, afirma la directora de la Oficina de Igualdad de la UDC.

Otro problema importante que destaca Ana son las dificultades que las mujeres encuentran para conseguir los puestos de más responsabilidad en empresas y organismo de cualquier ámbito. “Esto no puede ser, no se puede excluir a las personas mejor formadas por el hecho de ser mujeres, es un desperdicio de talentos que no nos podemos permitir.

Las mujeres tenemos que estar en los puestos de decisión en las empresas, en las universidades, en las escuelas, en los talleres”, sentencia la investigadora. Destaca que “nuestra voz y nuestro trabajo se tiene que oír. Nuestro país no puede avanzar, si en ámbitos estratégicos no se cuenta con las personas más formadas, que en muchísimos casos resulta que somos las mujeres”.

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La mujer demuestra de sobra no sólo su preparación, sino también su capacidad de trabajo y exigencia. Hoy en día puede formarse y tratar de hacerse oír, pero hubo momentos en los que su trabajo se limitaba al sector primario, en tareas tan duras como el campo o el mar. Es el caso de Brígida Rey Rey, mariscadora de la Cofradía de Cambados que lleva más de 35 años mariscando en la playa de O Sarrido en la desembocadura del Río Umia. Anteriormente trabajaba en una conservera de la comarca del Salnés pero tuvo que cambiar de trabajo al tener a sus hijos por cuestiones de horarios. La profesión de mariscadora le permitió tener un horario más flexible ya que depende de las mareas y del precio del marisco en cada época.

Según nos comenta, hasta en su sector las cosas están cambiando. De hecho, hace 30 años las mariscadoras eran todas mujeres pero hoy en día ya hay hombres. Actualmente tiene 10 compañeros que tienen su mismo salario. Estas incorporaciones fueron consecuencia de la crisis económica que viene sufriendo el país en los últimos años y que al no encontrar trabajo de lo suyo hicieron cursillos para poder trabajar cogiendo marisco.

Desde el punto de vista de Brígida Rey, el papel de la mujer en Galicia no está valorado como debería ser, porque “ya se sabe que todos los trabajos requieren su esfuerzo, pero además de ejecer su profesión fuera de la casa, la mujer tiene que trabajar en el hogar en las tareas cotidianas y también en el campo si quiere cultivar algunos alimentos”. A pesar de este esfuerzo, su trabajo no se ve recompensado aunque reconoce que en la actualidad el papel de las mujeres en la sociedad gallega está mucho más valorado que en la época de su madre o abuela. No obstante, cree que aún queda mucho por hacer, empezando por una igualdad de sueldos entre mujeres y hombres que desempeñan el mismo trabajo.

En el caso de Chus Formoso Trillo, que trabaja desde hace siete años en la galletería de las Maruxas de Nata de Monterroso, en su oficio también predominan las mujeres. Según su opinión el motivo es porque son más delicadas y cuidadosas para ejercer este oficio, aunque seguro que hay excepciones .

Como en los casos anteriores, también cree que el papel de la mujer está cambiando. Ahora mismo, “hay mucha emprendedora que además de atender las tareas de su hogar está comenzando a montar pequeños negocios que ayudan a la economía familiar”. Pero aun así el papel de la mujer no está reconocido como debería. Claro está que aún queda mucho por hacer, pero gracias a mujeres como ellas, comprometidas y luchadoras, ya hay camino andado.