El Centro de Transición a la Vida Autónoma de Cáritas Diocesana de Ourense ha contribuido a reinsertar a 23 personas desde que abrió sus puertas en 2017. Es el único que existe en Galicia de sus características ya que, entre los 5 educadores que forman parte del proyecto, cubren las 24 horas del día.

Paula Ribao, la responsable del centro, hace 15 años que trabaja para Cáritas, y nos cuenta cómo es el día a día en este centro. Y su importancia para continuar el trabajo con estas personas a las que la sociedad ha dado la espalda.

Acompañamiento

La educadora nos cuenta que se trata de un centro que busca finalmente la reinserción a la vida autónoma de personas sin hogar. Son “personas que no pueden pagar un alquiler, que no tienen una red social ni familiar que las acompañe”, matiza. Y se hace a través de un proceso de acompañamiento individualizado

El plazo medio de estancia en este centro oscilan entre los seis y los ocho meses. El máximo es de un año, pero es flexible ya que, “cada uno tiene su ritmo según sus necesidades, bagaje y soledad”.

Este programa tiene un éxito del  50% en reinserción laboral y hay una continuidad en el tiempo.

La soledad

Es el concepto más importante dentro de este proceso, y por eso es capital la presencia 24 horas. Nos cuenta Paula que tan relevante como el apoyo en la búsqueda activa de empleo es “que estés ahí para desayunar, para dar un paseo o ir a un partido de fútbol”, esto les permite tener mejores objetivos de cara a su salida.

“El ocio es fundamental  para que ellos se sientan parte de una sociedad que de alguna manera les ha dado la espalda”. Algo tan sencillo como acudir a un  partido de fútbol sin tener la presión de no poder pagarlo, o que te miren de forma extraña.

Hacen salidas para conocer el entorno, o ciudades como Santiago de Compostela. También tienen acuerdos con clubes deportivos de la ciudad para asistir a partidos.

El día a día

Nos cuenta Paula que procura que “estén siempre ocupados”. Cuando entran en el programa se  valoran sus necesidades y estado de salud, ya que muchas veces no han ido al dentista en su vida, y necesitan encontrar una estabilidad.

Una estabilidad que pasa por saber que no tienen que buscar donde dormir, poder abrir la nevera y comer lo que quieran. Algo que todos damos por sentado.

Después viene la inclusión laboral. Apuntarse al INEM, buscar empleo, formarse…  “ellos toman las decisiones, pero nosotros somos los guías”, asegura la responsable del centro.

En cuanto a la convivencia, funciona como si compartiesen piso, hay unas normas básicas de convivencia como cuidar espacios comunes y respetar las horas de descanso.

Ayuda económica

Los recursos económicos del centro vienen por un lado la financiación propia y, por otro, de la casilla del 0,7 % de IRPF para fines sociales de la declaración de la renta. Esta última, cada año se va reduciendo, por lo que las aportaciones de los socios son muy importantes.

Continuidad del programa

El trabajo no termina cuando los usuarios encuentran un empleo y salen del centro. Pueden seguir participando en las actividades, “hay un contacto, hacemos visitas domiciliarias y seguimiento telefónico”, nos comenta Paula, “es muy habitual que nos llamen para venir a comer porque se sienten raros viviendo solos”, añade. Es primordial que todo el trabajo que se ha hecho se siga manteniendo en el tiempo, por eso se hace un seguimiento de su evolución.