La Inteligencia Artificial está llamada a modificar nuestras empresas, nuestros trabajos y nuestra sociedad, y ante un cambio de tal magnitud es normal que surjan dudas y también cierta desconfianza. Pero la Inteligencia Artificial está demostrando ya su utilidad en muchos sectores, pasando por el financiero o el sanitario. Y, aunque aún hay que avanzar en algunos aspectos, sobre todo relativos al marco jurídico, conviene resaltar desde el principio que su llegada no va a suponer la eliminación de nuestros puestos de trabajo, sino, al contrario, una interesante nueva ventana de oportunidades y ventajas.

Mitos relacionados con los puestos de empleo

En relación con la Inteligencia Artificial hay diferentes voces que la vinculan a la destrucción de puestos de trabajo. Pero debemos desterrar estos mitos alejados de la realidad, ya que el valor de la IA no se debe en absoluto a su capacidad para reemplazar a los seres humanos. De hecho, la IA, e incluso en sentido amplio los procesos de automatización, operan en el sentido contrario: aquellos países que más aplican la IA en sus procesos y organizaciones son los que, a su vez, tienen una menor tasa de desempleo.

En realidad, la IA en las empresas consigue que cada trabajador sea más eficiente y tome decisiones con una mayor información; que los clientes estén más satisfechos y simplificar los procesos complejos. Por ejemplo, la IA no va sustituir la consulta del médico, aunque sí puede ayudarle a mejorar su diagnóstico indicándole factores de riesgo adicionales, llamando su atención sobre aquellos aspectos de una radiografía que debe analizar con más detalle o incluso estimando si un paciente dado de alta tiene una mayor probabilidad de reingreso por alguna razón. Pero tanto el médico, en este caso, como los trabajadores de otros sectores seguirán ahí y la IA ayuda a incrementar la productividad de su trabajo gracias a la mejor información, lo cual redunda finalmente en puestos de mayor calidad.

Entonces, ¿por qué surge ese miedo a ser reemplazados por máquinas? Hasta ahora, los robots solo realizaban tareas repetitivas, peligrosas o imposibles para los seres humanos; es decir, tareas en las que su ayuda era bienvenida y que no se veían como un peligro para el mercado de trabajo. Pero ante una IA más desarrollada se plantea la posibilidad de que sean capaces de ejecutar labores más complejas o variadas, llevadas a cabo por personas que ven ahora peligrar sus puestos. Sin embargo, la IA no es una lucha entre la fuerza de trabajo humana y la artificial: su éxito radica en la colaboración y la complementariedad; la clave está en orientar nuestros trabajos hacia sus aspectos más creativos, dejando que las máquinas nos descarguen de aquellas tareas más repetitivas. Como ha ocurrido en cada momento de revolución o cambio sustancial en la forma de producción, la digitalización y la irrupción de la Inteligencia Artificial modificará nuestras empresas y nuestros trabajos, pero en ningún caso dejará de ser indispensable la mano del hombre y, como siempre, la educación jugará un papel esencial en esa transformación hacia un mercado de trabajo con nuevas e interesantes oportunidades profesionales. Porque el trabajo cambia, no desaparece.

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Como cualquier tecnología, la IA no se libra de que haya individuos u organizaciones que, intencionadamente o no, se basen en estos avances para causar perjuicios. Un ejemplo actual lo encontramos en el uso de la IA para manipular a una parte de la sociedad mediante el uso de datos personales que identifican la mejor manera de influir hacia un determinado objetivo o para discriminar a un colectivo concreto, utilizando datos o patrones que realizan sesgos no permitidos; por eso es necesario que en los proyectos de Inteligencia Artificial participen personas no necesariamente técnicas que puedan examinar y confirmar que estas situaciones no se producen.

Porque nadie duda de que la capacidad de poseer y procesar enormes cantidades de datos genera un poder que, en malas manos, puede ser muy peligroso. De ahí la alerta que se ha despertado ante la inminente y creciente aplicación de la Inteligencia Artificial en múltiples ámbitos económicos y sociales. Pero el peligro no está en la máquina, sino en el uso que el hombre haga de ella.

El establecimiento de un marco jurídico apropiado es una de las asignaturas pendientes en relación con la IA; de hecho, un grupo integrado por más de 700 científicos de todo el mundo han firmado un manifiesto en el que alertan de la necesidad de trabajar en una regulación tecnológica a nivel internacional.

En R estamos para ayudarte a implantar en tu empresa los servicios de Inteligencia Artificial que mejor se adapten a tus necesidades y para ello hemos puesto en marcha un equipo especializado, BAI Analytics, dirigido a cubrir las necesidades comerciales, tecnológicas y científicas de esta nueva capacidad. Somos conscientes de las dificultades que conlleva la puesta en marcha de soluciones de Inteligencia Artificial en una empresa y por eso queremos guiaros para que podáis alcanzar los objetivos deseados sin descuidar la seguridad.

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