Una conservera, una empresa de software, un banco o una clínica dental. De entrada, sus usos y necesidades se nos antojan totalmente diferentes. Pero si hay algo que caracteriza a las soluciones de Inteligencia Artificial es precisamente su capacidad de adaptación a todo tipo de empresas, independientemente de su sector de actividad o de su tamaño.

Por ejemplo, la IA os puede ayudar a saber cuál es el precio óptimo al que debéis vender un producto a través de un modelo de elasticidad de precio; qué máquina puede dejar de funcionar en un momento determinado, usando un modelo de mantenimiento predictivo, para realizar el mantenimiento antes de que eso ocurra; o cuál es la cantidad óptima de un producto que debes tener en el almacén o en la tienda para no perjudicar tus ventas pero tampoco gastar demasiado en almacenamiento, a través de un modelo de predicción de la demanda.

En suma, son muchos los usos y beneficios que la IA puede aportar a cualquier empresa. Y ha llegado para quedarse: la Inteligencia Artificial podría contribuir con más de 15 billones de dólares a la economía global en 2030, según la consultora PWC, y eso es más que la suma de la producción actual de China e India juntas.

Así que, poco a poco, los diferentes sectores se van anticipando a las inminentes nuevas necesidades y realidades de un futuro inmediato e integrando en sus organizaciones la Inteligencia Artificial, destinando para ello presupuestos específicos y contando también con la ayuda de personal cualificado. En este sentido, en R queremos ayudaros a implantar con éxito la IA en vuestra empresa y contamos con un grupo de trabajo especializado, BAI Analytics, para ofreceros las mejores soluciones de vanguardia.

Los sectores de vanguardia en el uso de la Inteligencia Artificial

Pese a la indudable tendencia ascendente de la IA en todos los sectores, a día de hoy su uso sigue siendo dispar.

Los dos sectores que claramente están a la vanguardia de la IA son, en primer lugar, el tecnológico, encabezado por grandes empresas como Google, Amazon, Facebook y Netflix…, seguidas de startups tecnológicas que son nativas digitales y la llevan en su ADN desde su mismo nacimiento; y, en segundo lugar, el sector financiero, incluyendo bancos, aseguradoras y fintechs (empresas que usan las tecnologías para ofrecer sus servicios financieros) que necesitan ser muy eficientes para ser rentables.

Otros sectores que están apostando con fuerza por la IA son la venta minorista, como supermercados o franquicias de venta de moda o de comida; y el energético, empresas de generación y de distribución de energía con instalaciones de difícil manejo que necesitan determinar con precisión cuánta energía se va a generar y a consumir en cada región.

Un eslabón por debajo se situarían el sector de la salud y el industrial; en ambos casos, aunque ya tienen en marcha diversos proyectos y procesos, aún están lejos de aprovechar todo su potencial.

Cualquier sector puede aplicar con éxito los diferentes tipos de Inteligencia Artificial, pero debe hacerlo atendiendo a sus peculiaridades y características concretas, ya que no hablamos de un producto o una aplicación tangible; no es algo físico que se pueda adquirir, se trata de aplicaciones que quizás no visualizamos a simple vista pero que, integradas adecuadamente en nuestra estructura y actividad, redundan en mejores y más completos servicios para nuestra empresa y nuestros clientes.

La Inteligencia Artificial es clave en un mundo cada día más digitalizado, y nos sorprendería saber cómo la usamos en nuestro día a día prácticamente sin darnos cuenta. Lo hacemos cuando echamos un vistazo a las recomendaciones que nos sugiere Netflix a partir de los programas que ya hemos visto o cuando gmail nos completa automáticamente un correo en base a las respuestas que solemos enviar a nuestros contactos; es el llamado ‘aprendizaje automático automatizado’, automated machine learning o AutoML, el que hace posible estos comportamientos tan cotidianos.

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