Hemos hablado con Carmela Troncoso, la investigadora gallega experta en privacidad, que participa en el foro CyberSec@GAL 2020 impulsado por la Cátedra R en Ciberseguridad. Además de profesora en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza), Carmela está al frente del equipo que ha diseñado el protocolo DP-3T, la base usada para la app Swiss Covid.
- Cuéntanos, ¿cuántas horas de duro trabajo y debate se esconden detrás de este logro?
Muchas, el sprint ha sido muy largo. Muchas horas, muchos días de trabajar 15 horas diarias con un equipo muy grande. Esto no solo es una tecnología, diseñar y crear un producto, es una colaboración interdisciplinar, con epidemiólogos y con gente de la parte de ética que necesita una colaboración muy cercana también con la parte de salud del Gobierno porque, si no hay integración, la tecnología no sirve para nada.
- Eres la responsable de la parte que atañe a la privacidad del protocolo que utiliza la app, seguramente una de sus facetas más delicadas, ¿qué les dirías a todas esas voces reacias y preocupadas porque ven peligrar su libertad e intimidad?
El protocolo está pensado y diseñado para, desde el corazón de la tecnología, eliminar todo tipo de abusos: la información que se genera es mínima y la información que existe en servidores centrales no sirve para nada que no sea este protocolo. En el caso de Suiza, y también en muchos otros, trabajamos para tapar todos los huecos que al final permitan que exista ese abuso, para mantener la vigilancia o evitar esa manipulación.
- La COVID-19 ha revolucionado nuestra sociedad y nuestras vidas, ¿cuál es su efecto en la esfera científica actual y cuáles crees que serán sus consecuencias a medio y a largo plazo?
El ámbito científico no se diferencia mucho de otros, pero creo que lo que sí esta pandemia ha marcado dentro de mi ámbito tecnológico es determinar qué cosas son al final importantes, cuáles son aquellas en las que de verdad basamos nuestras vidas.
Hace poco, el epidemiólogo con el que trabajamos en Lausanne comentaba en un tweet, y me parece muy curioso porque creo que nuestro caso en este sentido es parecido, que todo este dinero que ellos invierten en encontrar vacunas, en entender la molécula... pues al final a nadie le han dado nunca dinero para entender cómo se mueve el aire en una habitación y al final eso es lo que necesitamos a día de hoy.
En mi laboratorio trabajamos con organizaciones no gubernamentales; acabamos de crear un sistema para el International Consortium of Investigative Journalists, Luxembourg Leaks, Pharma Leaks. Ellos se han digitalizado y han descubierto que al hacerlo se han expuesto de muchas maneras y ellos sí ven que necesitan una infraestructura nueva para seguir con su trabajo, pero solo cuando trabajamos con ONGs es más fácil generar este tipo de sistemas como la app.
- Mujer y científica, ¿estamos consiguiendo que sea algo cada vez más habitual? Porque precisamente en la lucha contra la COVID-19 destacan tres mujeres: Chen Wei, Sarah Gilbert y Kizzmekia Corbett. Ellas dirigen los equipos con vacunas más avanzadas. ¿Fruto de la casualidad o reflejo del panorama actual?
Seguimos bastante lejos de tener un mundo en el que la mujer tenga una presencia muy fuerte en las altas esferas. Muchas veces pedimos esta igualdad, pero no tenemos una fuente que las traiga; si seguimos teniendo un 30% de las estudiantes de Teleco o de Informática que son mujeres, no podemos pedir que luego sean un 50% porque al final, el porcentaje de gente con más talento y menos talento es el mismo. Poco a poco va cambiando, pero aún no hemos llegado ni mucho menos y hay que seguir poniendo mucho énfasis, más que en ese 50%, en cambiar las actitudes, la educación, cosas mucho más básicas, porque si no lo que hacemos son cambios cosméticos y sin cambios de base no va a funcionar.
- Eres gallega, formada en la Universidad de Vigo, ¿cómo ves el panorama científico e investigador en Galicia? ¿Tenemos cantera de grandes científicos para afrontar grandes proyectos dentro y fuera de nuestro territorio? ¿Qué les dirías a los jóvenes gallegos que sueñan con ser científicos?
Yo me fui a Lausanne por tres razones: una de las más claras es el dinero, la red de financiación es increíble; la segunda son los estudiantes, una escuela top en el mundo, con lo cual la materia prima que tengo es muy buena; y la tercera es la concentración de gente de talento que al final tengo un experto en cada puerta que es top en el mundo y eso siempre ayuda.
La financiación es fundamental. La razón por la que hemos podido hacer el DP-3T es porque la gente en este proyecto tenía una financiación y un apoyo.
- Recientemente te han incluido en la lista 'Fortune' como una de las personas más influyentes con menos de 40 años, 40 under 40, ¿qué supone este reconocimiento? ¿son referentes para ti algunos de los nombres que figuran en ese mismo listado?
En la lista hay dos personas, Max Schrems y yo, que estamos ahí por ideología, por cambiar las cosas. Y el hecho de que Fortune haya valorado de esa manera, no la generación de valor económico, sino la generación de conocimiento, el cambio que supone, en mi caso, el ayudar a diseñar tecnología de manera distinta, de una manera respetuosa con los valores que de verdad queremos tener. Y el hecho de que Fortune haya valorado eso por encima por otras personas que también hayan generado otros cinco billones en inversiones, esto es lo que de verdad me llena de orgullo, es muy importante que estas cosas pasen.
- ¿Cuál es tu gran reto profesional pendiente y tu mayor sueño como científica?
Pues el reto es cómo escalamos este proceso, ahora estamos moviéndonos a la siguiente generación de esta aplicación. El reto es cómo integrar esta filosofía de libertad en la educación y crear nuevos ingenieros que piensen de manera distinta. Porque no es algo que se aprenda en dos días, requiere mucho entrenamiento y si de verdad queremos que el mundo sea así necesitamos encontrar la manera. El grupo trabaja mucho no solo en la tecnología, sino también en la metodología, en cómo articular el proceso que hacemos para poder explicárselo a otros.
Muchas gracias, Carmela. No perderemos de vista tu trabajo.