Windows 10 se queda sin soporte, así que toca migración a Windows 11. Todo un desafío para muchas empresas, que deben revisar cuáles son sus necesidades y cuáles las alternativas.
Microsoft ha anunciado que el soporte para Windows 10 finaliza en octubre de 2025. Así que, a partir de ese momento, los equipos con Windows 10 seguirán funcionando pero no recibirán más actualizaciones de seguridad, correcciones ni soporte técnico. En concreto, este fin de soporte afecta a las ediciones Home, Pro, Enterprise y Education de Windows 10.
¿Cómo afecta el fin del soporte de Windows 10 a usuarios/as finales y empresas?
Al no recibir más parches de seguridad, los dispositivos con Windows 10 serán vulnerables ante virus, malware o cualquier tipo de ciberataque.
Por otro lado, las aplicaciones pueden empezar a fallar o volverse incompatibles y experimentar problemas de rendimiento o fiabilidad. Y el soporte técnico estándar de Microsoft ya no servirá de ayuda, pues dejará de estar disponible.
Ante esta situación, ¿qué hacer si tenemos equipos con Windows 10?
Siempre que el equipo sea compatible se recomienda actualizar a Windows 11, que ya incluye importantes mejoras en seguridad como antivirus integrado o firewall.
Para los equipos que no cumplen con los requisitos de hardware necesarios para migrar a Windows 11 se ofrece un programa de Actualizaciones de seguridad extendidas (ESU). Una medida temporal que garantiza actualizaciones de seguridad hasta octubre de 2028 para dar más tiempo a la migración a Windows 11.
Otra opción interesante es aprovechar para renovar el equipamiento e incluso el modelo de gestión del puesto de trabajo a servicios como WaaS (Workplace as a Service), que son soluciones a medida para la gestión del ciclo de vida completo del equipamiento, herramientas y atención a los/as usuarios/as, asegurando así la renovación tecnológica y la experiencia del/de la usuario/a.
Retos de las empresas ante la migración a Windows 11
No hay duda de que la migración a Windows 11 supone un reto para muchas organizaciones.
En todo caso, implica planificación, comprobar la compatibilidad de aplicaciones y formar a los/as usuarios/as. Y muy importante: realizar copia de seguridad de los datos antes de la migración.
En primer lugar, hay que verificar si el equipo es compatible con Windows 11. Para ello, hay dos opciones:
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Utilizar la herramienta de comprobación de estado del PC de Microsoft o consultar los requisitos en la página oficial de Microsoft.
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Realizar una auditoría del hardware para confirmar que es compatible con Windows 11.
Los principales requisitos que son necesarios para migrar a Windows 11 son:
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Procesador (CPU) de al menos 1 GHz y dos o más núcleos.
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Memoria RAM de mínimo 4 GB.
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Al menos 64 GB de espacio libre de almacenamiento.
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Firmware del sistema con UEFI y compatible con Secure Boot.
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Tarjeta gráfica compatible con DirectX 12 o posterior.
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Pantalla con resolución mínima de 720p.
Además, algunas funciones específicas pueden requerir hardware adicional, más allá de estos requisitos mínimos.
En todo caso, supone un reto para las empresas pero también una manera de actualizarse y reforzar la seguridad en un entorno digitalizado.
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